13.2.09

Once in a life time

La noche anterior había sido un tanto removedora. Una amiga de otra provincia. Una de esas amigas que vemos bastante poco seguido y que por más que hablemos por teléfono y estemos al tanto de todo, nos vemos obligadas a compensar en sus visitas maratónicas con horas y horas de charlas que intenten una vez más narrar las cosas sucedidas últimamente, estaba acá.

Como quien no quiere la cosa, o tal vez por estar caminado por su barrio aterrizo en nuestra charla nocturna él. Hacía más de un año que no sabía nada él, tal como mis reglas de no reincidencia me lo indican.

Se hablo de mucho esa noche, por suerte no todo fue de él. Tal vez su nombre sobrevino como una especie de aviso, o de excusa para que horas después le busque un sentido a algo que en el común de la gente seria un encuentro casual en un lugar con altas probabilidades de que lo sea. Pero como no me considero normal en cuestiones especulativas, todo pareció tener cierto sentido.

Como cualquier día me levante rozando el horario en que debía salir de casa. Vaya a saber una porqué un momento de desliz me obligo a bajarme del subte una estación antes. Las opciones eran dos esperar sobre el mismo andén un nuevo tren o salir a la superficie y caminar las cuatro cuadras que hacían la diferencia entre estación y estación.

El verano casi siendo otoño invitaba a caminar por la calle. Corrientes en ese horario es algo mas que incomodo. Y cuanto más cerca de la intersección con Pueyrredon el espacio pareciera ir reduciéndose hasta permitir solo el espacio de mi cuerpo, siempre y cuando ningún transeúnte ose cambiar de dirección bruscamente.

Auriculares al oído, la mirada fija en la espalda de quien me antecedía en ese pequeño camino del hormiguero que se diseñaba sobre la vereda. No se sabe que fue lo que ocurrió, pero la fila se tensó y todo complejizó hasta logar que mi mirada se dirija hacia otro lado intentando matar el tiempo que demoraría en normalizarse el transito.

Y ahí fue que vi que alguien de la mano contraria había tensado su propia fila del hormiguero. Los dos nos quedamos unos segundos mirándonos a los ojos, no atinamos a decir nada, y menos mal que no lo hicimos. Apresurarme a expresar palabra alguna habría sido más que peligroso. El automatismo hubiera hablado por mi y eso nunca me resulto a favor. Las hormigas intentaban seguir su camino esquivando los dos bultos que nosotros representábamos.

Fue rápido, pero suficiente como para un primer contacto entre fantasmas. Para mi fue un fantasma, no se que habrá sido para él, pero mejor creer que fue un fantasma. Las palabras fueron las básicas para saber que ambos no habíamos caído en ningún tipo de desastre últimamente. El dejo en claro que seguía habitando el barrio y que no sabía porque ese día decidió ir a trabajar caminando. Yo aproveche y casi al pasar afirme que estaba trabajando en el barrio. El coraje faltó para aclarar que era exactamente a la vuelta de su casa.

Simulé estar apurada y retome con normalidad el camino hacia el hormiguero. La procesión iba por dentro.

No hay comentarios.: