14.2.09

Diario toca a la puerta

Desde que tengo memoria no puedo dormir de otra forma que no sea en la oscuridad total. Sin embargo en momentos de insomnio suele ser completamente lo contrario.

Lleva un tiempo, mejor dicho, me lleva (porque no se si esto pueda ser generalizado) acomodar mis horarios vacacionales a los de la realidad, que serán los que utilizare un 90 % del año.

Los primeros días sigo siendo la madrugadora que a fuerza de calores tropicales (en lo que de iglú no tiene nada) nunca duerme hasta después de las ocho. Obviamente que no importan las horas dormidas, la calidad, ni el estado.

Por lo general ese ritmo nunca llega a la semana, ni es sorpresa, ya que todos sabemos que días más días menos, volveré a ser la misma perezosa de siempre.

Cuando eso termina comienza lo que yo llamo el “desfasaje”. No importa si fue Mar Chiquita, Bolivia o Chascomus, el jet lag me agarra igual a pesar de que un incomodo semi cama me recuerde que sigo arrastrándome por las rutas.

Básicamente la rutina se resume a dormir hasta entrada la tarde y desde, entrada la mañana. Lo curioso es que no importa el nivel de cansancio si quiera la actividad, puedo pasar horas tirada en la cama pensando. Primera fase del insomnio. Recuerdo miles de situaciones e imagino lo que debería haber dicho o hecho, me prometo a mi misma que si determinada situación se llega a dar actuare de tal o cual manera, nunca cumplo.

Cuando ya no se que mas pensar pero me despabile aun mas de lo que estaba me fuerzo a dormir. Cuento, y sigo contando. Cuento de adelante para atrás y de atrás para adelante. Imagino una pared blanca pero siempre se me aparece algo de color y ahí erróneamente abro los ojos. Nunca hay que abrir los ojos cuando intentas dormir. Ves que un poco de luz entra por la ventana y empezás a desesperarte aun más, sabes que cuando el sol pegue de lleno ya va a ser muy temprano y no podrás dormir.

La presión no sirve, pero por suerte todavía es de noche. Por más que mires una y otra vez el reloj, sigue siendo de noche, y menos mal! Entonces es ahí cuando justo estas dando la milésima vuelta en la cama y escuchas un ruido. Estas más que segura que vos no lo hiciste. Contenes la respiración para intentar oírlo, de seguro se repite, pero no pasa. Y eso que hubieras jurado que sabias de donde venia y casi casi que sabes que era lo que se había caído, doblado, roto, partido o movido. Y la hora pasa, estas durmiéndote al fin caes en el sueño y lo escuchas de vuelta. Te sentás en la cama no lo escuchas de vuelta, pero los ojos te empiezan a pesar y además siempre es preferible dormirse antes de que todos despierten.

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