29.4.08

Linaje

Después de algunos empujones, logro subir. Enfilada hacia la maquina digo: ¡80 por favor!.
Espero impacientemente a que salga marcado en la maquina y así poder avanzar. Siempre algún niño se escabulle y toma el único asiento que justamente quedo libre. El chofer no me oye, repito nuevamente ¡80 por favor!. Oigo caer las monedas, el boleto esta saliendo cuando un niño se me adelanta.
Me dispongo a elegir quien será mi mejor apuesta.
Ya está. Aquel hombre parece pendiente del recorrido, de seguro esta por bajar. Me paro frente a él cuidando de mi puesto. A mi izquierda un contrincante. Miro por la ventana una y otra vez, pero siempre vuelvo la vista a él, mi mas valioso tesoro. Se escucha un ruido cercano a la puerta, todas las miradas se dirigen hacia allí. El colectivo se detiene, bajan algunos pasajeros, suben otros.
Revisando otra vez que mi lugar siga allí, noto que mi contrincante ha desaparecido, al fin. Ni bien este hombre se levante, será mío.
- Alfredo! Se escucha detrás de mí. Mi diamante en bruto mira hacia aquella dirección. Me desespero por dentro, pero trato de no demostrar. Lo ideal en estos casos es pasar lo más desapercibido, no mostrar el interés en “la” butaca.
Alguien se abre paso detrás de mí, me abalanza hacia aquel costado vacío a mi izquierda.
MI Alfredo saluda a este gentil hombre, que aparentemente se llama Carlitos. Que bueno saber vida y obra de ellos, no hacia falta. Entre los datos, espero algún milagro que me diga los buenos vecinos que son el uno del otro. Todos sabemos que pasaría si no comparten el barrio. Mientras Alfredito sigue relojeando el recorrido en medio de la charla, yo veo que me faltan apenas 40 minutos para llegar a casa y Carlos no parece preocupado por el destino del colectivo. Cuasi cámara lenta veo a Alfredo levantarse despidiéndose de su amigo. Sin si quiera a un paso de distancia, Carlos toma su lugar. Lo temido ocurrió. Y así otra vez, vuelvo a quedar en aquella posición vulnerable, la de los sin lugar.

A

Ese maldito tilde sobre la A. ¿Porque me molesta tanto? ¿Porque tendría que molestarme a mí? Si yo tengo todo resuelto. Si ya entendí que no hay que mirarla.
Ésta seguridad que tiene ahora la A... nunca antes la había tenido en mi presencia.
No paro de observar que sigue ahí, pareciera nunca mas irse.
Pasan los días y sigue firme. ¿Es que nadie piensa detenerla? ¿Nadie quitará su seguridad y volverá a ser tan solo una A minúscula como cualquier otra? No, cómo cualquier otra, como “yo” la conocí.
No creo, porque el tiempo pasa y en ves de ponerse cursiva decidió volverse mayúscula, ya el acento carece de importancia. Solo fue una excusa para que Yo note su crecimiento. Para que me de cuenta que desde que ya no “debo” mirarla, solo evoluciona, se asegura, pero lo que es peor sigue hacia delante.
Y así es como el nombre julian comenzó a tener acento, sin que yo lo acentúe.

Acaecer de un día lluvioso

Escucho que afuera los dioses se han puesto furiosos y en un acto de capricho han dejado que toda el agua del planeta caiga al unísono.
Me armo de coraje y después de planear meticulosamente cuáles son los pasos a seguir, parto.
Ya parece haber tranquilizado el ambiente, pero así y todo cumpliré lo premeditado.
El primer plana era andar lo mas ligero posible hasta entrar al local donde compraría mi primer paraguas. Si primero, a pesar de mis casi 24 años, por primera vez comprare uno. Soy de aquellas personas que adoran el misticismo de la lluvia. Soy como Gene Nelly. No, no soy como él. Hasta él sabia como saborear un gran diluvio paraguas en mano.
Llego al lugar en cuestión. Molesta que semejante acontecimiento esté tan librado al azar. Habrá que conformarse con lo que halla.
Primera objeción: no hay de los chinos que parecieran entrar en un bolsillo. Descarto los infantiles. Recuerdos de la infancia me vienen a la memoria. Kitty estampada, parecía predispuesta al golpeteo sin cesar de los gotones. Mis padres al fin se dieron cuenta de cuanto disfrutaba de la lluvia al ver que con su regalo tan querido armaba carpas alojadas bajo la mesa de la cocina.
Mas abajo hay otros de adultos. De gente ya mayor diría yo. El motivo que prevalece es el cuadrille.
Tendré que conformarme con ello debido a la inexistencia en el mercado de paraguas para gente de mi edad.
Elijo el cuadrille mas punk posible, par que de algún modo deje entrever que no soy de las que usan paraguas y mucho menos éste tipo de paraguas. Lo compro.
No creo conveniente su uso todavía. Solo será expuesto en causas de fuerza mayor. Al cruzar la calle noto que las gotas cada vez más pesadas ameritan la inauguración. Con mucho disimulo lo abro.
La gente me observa, sus miradas guardan hacia adentro un “primeriza”. Y si ¿Cuál es el problema? En algún momento habrán tomado esta misma decisión.
Debo cruzar las vías. Dios mío (lo llamo a pesar de mi reciente ateismo).
El mismísimo Amazonas pareciera haberse desviado para correr a la par de estos rieles.
Los saltos deben ser sistemáticos. Primero aquella piedra y luego mi pequeño secreto: un tramo del riel no hay sido inundado.
Que estúpida fui al creer que la gente no lo había notado. Si que lo habían hecho y con ello también habían deducido que seria resbaladizo, por ende mejor estar predispuesto a la inundación total del calzado. Como esas uno sólo las nota después de sufridas, hasta que no tuve todo el peso de mi cuerpo sobre el gran zanjón no lo noté.
Desde Colombia donde iniciaba semejante desembocadura deben haber oído mis entredichos con el acontecimiento, más que nada conmigo misma.
Todavía ofuscada y sin darme por vencida camino hasta la parada. Prendo un cigarrillo, siempre sirve como distensión en estos momentos. Después de esperar al colectivo por lo que para mi seria lo más parecido a la guerra de los 100 años, lo termino. Todavía con algunos dejos de disgusto lo arrojo sobre el húmedo pavimento. ¿Pueden ustedes creerlo? No se apagaba. Yo pareciendo una esponja. El agua ahora ocupando en mi más de un 90% y esa colilla con fuego en su interior.
Al fin llega el colectivo, dejo en la parada mis rastros de mal humor. El coche se detiene y yo como una lady recién bañada por un juego de Jugate Conmigo cierro mi paraguas escocés y subo.
Creo que ya me aburguesé. La compra del malvado aparto quitó en mi todo afecto hacia la lluvia. Me convirtió en su mártir. Y lo que ayer habría sido una anécdota hoy fue un padecimiento.

Zozobra

Las apariencias engañan. Cada vez que me acerco un ardor intenso me toma por asalto. Furiosamente me rasco intentando frenarlo, no puedo. Es peor. La desesperación me lastima aún más.
Cada noche me acuesto sabiendo que mañana habrá que enfrentarlo. Obstáculo que debo sortear si quiero llegar a destino, puede ser doloroso, pero ineludible. Tal vez podría hacerlo si no tuviera una familia que mantener, tal vez sería una opción. Debe haber otras opciones, por ahora solo tengo esta.
- No, es imposible. No la podría estar eligiendo.
Ambos parpados comienzan su día. Todavía no salió el sol. Es esa hora que sólo se define como día después de unos minutos en pie.
La resignación me puede. Se que nuevamente tendremos que enfrentarnos. Nos miraremos fijo. Mi aparente mirada pedirá una tregua, la de él también. Pero ambos sabemos que no es así.
Unos segundos bastarán para salirnos del personaje. Yo me asustaré al ver su actitud transformada (transformada en lo que ya se que es). Estará al asecho, sigilosamente se arrimara y otra vez tendré que detenerlo con mis manos. Si se escapase por aquella puerta sería lo mismo que no enfrentarlo. Hoy es mi única opción, debo sostener a mi familia me repito a mi misma en un decreto casi metafísico de auto convencimiento.
Se escapa, al borde del llanto, anticipando el dolor en que desencadenará su acto de rebeldía corro hacia la calle y lo tomo por su lomo.
Otra vez lo mismo. El limite entre la caricia de un indefenso felino para unos y la detestable alergia para otros.

Calada

Por momentos en una bocanada absorbo un espacio adolescente. Largas caminatas invernales por plazas continuas. El frío me reseca las manos, pero la sensación de tener un secreto me es mas fuerte.
Dejo el humo esfumarse, vuelvo a la realidad.
No hay ni verdes arboledas ni fríos que molesten. Siento como si recién comenzara a ver.
Una triste oficina me tiene como epicentro.

1º Segundo

Desperté con una extraña sensación
que sólo se tiene al dormir en un viaje.
El despeje prematuro
y las ganas de volver a dormir simultáneamente.
La cara todavía me molestaba
y la nada agradable luz, me desafiaba.

Peregrinos

Noche. Velocidad en la luz. Dos extraños de miradas fijas, penetrantes. Él camina decidido. Ella hace el amor con andar. Instante en que seducción y firmeza se topan. Todo se acelera por detrás. Minuto de decisión. El arrebato. La deformación de los labios ajenos. Segundo instante. Bocanada de aire. Un parpadear epiléptico.
Bajo sus pies, él ahora erotiza. Ella continuamente se asegura.


…de fondo: Rebellion (lies) de Arcade Fire