26.12.09

El hombre de mis pulgares

Desde siempre en momentos de dormir su pulgar se inhibía buscando refugio en la palma de la mano, nunca fue negada la guarida y los mayores, un tanto por sobreprotección y otro poco por costumbre lo cobijaban. Fueron segundos, minutos, días, meses y años: acto reflejo a la hora de ir a dormir. Sin premeditarlo apareció la compañía, lo que aparejó una nueva cama y con ello todo cambió: cambiaron los climas, los perfumes y los sonidos. No necesitó nada para que el paso no sea brusco, sin pedir permiso, abrazó al resto y tomó la delantera. Ahora cada vez que ella cierra los ojos pareciera dar piñas en vez de evitar amputaciones.