12.2.09

Abracadabra

Los primeros diálogos cruzados. Momento ideal si los hay para redondear la imagen que tengo del otro. A pesar de las embaucaciones que pueden surgir de este tipo de momentos, la mayoría de las veces sirven a modo de refutación o verificación de hipótesis.

Como quien no quiere la cosa, la charla tiende lentamente en un sentido determinado. Tal vez no sea la charla, sino yo que la llevo hasta ahí, o porque no, mas de una vez la sorpresa de escuchar espontáneamente determinadas cosas me ha dejado pasmada.

Hay palabras que producen en mí una especie de efecto inmediato. Palabras que esconden un idioma secreto. Codificaciones necesarias para que alguien ingrese en mi vida por la puerta delantera. No son muchas pero con una sola la fanfarria se activa.

Y allí están… las mágicas palabras. Escucho una y el corazón comienza a agolparse contra el pecho, la segunda y ya creo que quedará marcado en una de sus mejillas, solo unos pocos llegan a la tercera, y casi nadie puede entregar más de esa cantidad.

Sueño con que alguien me de mas de la cantidad requerida e imponga una marca, una especie de nuevo record a ser alcanzado. Nuevas palabras. Palabras que una vez dichas sean sumamente necesarias, que merezcan un lugar en esa lista de requerimientos invisibles.

Requerimientos que tampoco son eliminatorios, pero dan excelentes referencias del otro, pequeño guiños a cámara.

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