Bajé la mirada. Ella abrazaba mis piernas. Miro pidiendo rescate mientras las cosquillas amenazaban con reaparecer. Agitada por el escape se rió y me dijo desde su miniatura Tía!
Se le escapo, se que fue así, no volvió a repetirlo. Ella siguió jugando toda la tarde. Yo continuaba escuchándolo y sonriendo como cuando uno imagina una escena que espera que suceda. El intentó arrancárselo de vuelta, para ella no fue tan importante, no lo creyó necesario. A mi, por el momento, con esa vez me bastó.
2 comentarios:
Suena a espontaneidad infantil de esas que no abundan y que hacen falta. Yo compro!
Los niños dicen verdades!
Mariana, gracias por tu mensaje, acá podes conseguir el libro:
- local 22 de la Bond
- en Medrano y Corrientes, Medrano 709
- y en Otra lluvia, Bulnes 640
Te mando un beso!
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